viernes, 30 de enero de 2015

Crisis o éxito: una oportunidad para seguir adelante

Por lo general, la palabra crisis está relacionada con experiencias tristes, traumáticas, complicadas y negativas, tanto personales como familiares, que pueden afectar una o varias áreas de la vida: espiritual, financiera, laboral, relacional, o de salud. Mientras que la palabra éxito está vinculada con el resultado feliz de un negocio o con algún acontecimiento que logra su propósito previsto.
     Los que experimentan una crisis dirán que son desafortunados; quienes experimentan el éxito dirán que la buena suerte o una buena estrella los guía. Por otro lado, algunos podrían decir a secas: “En esta vida, o te va bien o te va mal”. Otros, tratando de sonar espirituales, como los amigos de Job, dirían que si en la vida todo sale bien [éxito] es obra de Dios, pero que si las cosas andan mal [crisis] es obra del diablo. Estas diferentes maneras de percibir y definir la crisis y el éxito representan opiniones extremistas y exageradas, muy de moda en estos días.
     Afortunadamente, cuando buscamos una explicación bíblica acerca de estos términos [crisis y éxito] encontramos que las Escrituras proveen una orientación balanceada, saludable y realista sobre este tema. La Biblia no niega ni oculta la crisis, pero tampoco aisla ni desconoce la experiencia del éxito.
     En cierta ocasión, en una de sus hermosas canciones, el rey David dijo: “Muchos son los males [crisis] del justo, pero de todos ellos lo librará [éxito] el Señor” (Salmo 34:19 RVA 2015, énfasis añadido). Y también, en una de sus muchas enseñanzas, Jesús dijo: “En el mundo tendrán aflicción [crisis], pero ¡tengan valor [éxito]; yo he vencido al mundo!” (Juan 16:33 RVA 2015, énfasis añadido).
     Hay algo muy importante que debemos tener claro, y es que nadie pide que venga la crisis; esta simplemente llega. Sin embargo, aun cuando la crisis llegue sin aviso previo, la vida tiene que continuar. Una etapa de la vida se acabó y necesitamos embarcarnos en la siguiente. Nuestra única alternativa es seguir adelante.
     Algunas veces, los cambios en la vida se presentan positivos [éxito] como: la graduación de la universidad, el comienzo de una nueva carrera, escoger con quién casarse, decidir qué oferta de trabajo aceptar o dónde vivir. En otras ocasiones, sin embargo, los cambios parecen opresivamente negativos [crisis] como: adaptarse a la pérdida del empleo, la repentina muerte de un familiar cercano, la posibilidad de perder el empleo, la transición hacia la jubilación, un ajuste hacia la paternidad, no saber cómo manejar una reciente viudez, o una precaria situación económica.
     Todos estos escenarios que se han mencionado son externos. Pero, ¿qué de las crisis internas escondidas en nuestra vida? Quizá se trata de renunciar a un hábito perjudicial o alejarnos de una área de pecado que hemos llegado a reconocer nos está destruyendo.
     Estos cambios y transiciones en la vida —no importa cómo ni cuándo llegaron— generan algún tipo de crisis y demandan que hagamos algo al respecto. Sencillamente no podemos sentarnos de brazos cruzados y ver qué pasa. Más bien, deberíamos preguntarnos: ¿Cómo voy a superar esta crisis? ¿Cuáles serán los resultados? ¿Dónde debo buscar ayuda? ¿De qué manera manejaré las decisiones? ¿Me dejaré arrastrar por el desánimo? ¿Escaparé hacia la negación y la autoculpa?
     Transitemos por los tiempos de crisis de tal manera que podamos llegar a conocer mejor a Dios. Busquemos y experimentemos su presencia poderosa y el consuelo de su Palabra. Mantengámonos enfocados, con esperanza y suficiente fe, para seguir confiando en nuestro Dios, el único capaz de convertir una crisis en éxito.
     Una palabra final: El rey David experimentó el secreto para transformar las crisis en oportunidades para el éxito (Salmo 23). Con toda seguridad si aplicamos sus enseñanzas, estas nos ayudarán también a nosotros hoy.
    
David Fajardo
Conexiones Mundo Hispano


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